Tuesday, December 3, 2019

Cinturones

De niña, fuí castigada con cinturones. Mucho. De eso venían mis padres.

Hoy me gusta que me castiguen. Sí y distinto, y que lo hagan mis amantes.
Hoy, de hecho siento una fascinación absoluta por las cuerdas de cuero que me puedan someter. De las formas que quieran, puedan, su naturaleza permita.

Pido a la hora del amor, siempre, todo lo que me gusta y pido amarre. Pido cinturones, específicamente. A ellos, algunos, les parece extraño y hasta fuera de contexto que una hembra feroz como yo, pida sometimiento.

¿Será qué tienen ideas raras sobre lo que es una hembra así y sobre lo que puede significar el sometimiento en algunas circunstancias? Estoy segura.

Tampoco quiero darle muchas vueltas a si es que tengo algún lío fundamental, sórdido y oscuro que me haga actuar así, de hecho siento que abordarlo así es mi manera de acercarme desafiando lo  aterrador y brutal. Así como lo hago, siento que lo convierto, que lo hago mío de la mano de mi placer.

Mis bellos hombres -a quienes acaricio contándoles esto- son abrumadoramente complacientes. Siento que los hombres con los que he estado buscan ser mis objetos de placer  y también, en ese intercambio, le dan la vuelta a la percepción popular, ciega y negativa de ser "eso". Y mientras escribo, justo ahora mismo hago una pausa para mí  -y pienso- que debe ser mi comprensión extraña de los lenguajes y las palabras... y la vida (jajajajaja), que ser objeto en este caso, es la RAZÓN misma del placer.

Vuelvo a las cuerdas. A los amarres. Y a mi vida en el placer de dos. Seguiré pensando que entre dos, en el placer de los dos, hay que jugar así, abierto, directo, amplio, duro y hondo.



No comments:

Post a Comment