Monday, December 16, 2019

J

sex blog love
Bro, esta es mi manera de pedirte perdón.

Eran las 4:53am y te saqué de mi casa a la que venías a quedarte una semana. Llevabas un día.
Veinte minutos antes había sacado tu maleta al corredor y el vigilante venía a acompañarte para que salieras. Cuarenta minutos antes, había llamado a la policía.

Llamé a la policía porque me empujaste,  y empezaste a alzar la voz. Me diste miedo. Mucho miedo. Entenderás que no podía compartir mi cama ni mi casa con alguien que me hiciera sentir amenazada. Conozco bien en lo que se han convertido las amenazas de los hombres conmigo y por eso precisamente, no estiro en lo más mínimo, la posibilidad en lo que ello pueda convertirse.

Te recuerdo, porque sé que no lo sabes, pero te habías caído en la sala varias veces, tratabas de que las paredes te sostuvieran, así no hubiera. Tropezaste en el estudio, casi rompes mi lámpara favorita y desgarras las cortinas. En el lapso de quince minutos, abriste tres cervezas, no te tomaste ninguna. Entrabas y salías de la cocina como si allí en esa oscuridad, fueras a encontrar algo que te salvara de la borrachera.

Recorrías las habitaciones de casa como si estuvieras en un laberinto. Y seguro que lo estabas, seguro lo estás todavía, tratando aun de entender la gravedad de lo dicho y hecho. Balbuceabas improperios dirigidos a mí, todos. Entretanto yo te observaba desde el sofá, exigiéndome sí, para encontrar a aquel a quien había invitado complaciente a compartir mi vida esos días. Yo también bebí, bebí bastante y celebré la noche contigo hasta el punto cuando llegó la violencia. Yo conozco la mía y si seguíamos por ese sendero, la fuerza me llega a exceder, los motivos me sobran y la necesidad de protegerme me convierten en otra bestia a la que no quiero conocer tanto.

Solo pude ver algo que me recordó esas escenas que me llenan de tristeza, en las que  un hombre y una mujer que están juntos, se confiesan, hacen pactos, los sellan con besos eternos, llegan a ver la vida juntos y en ese momento, en ése instante del descontrol, se conectan los diablos y juegan a ver quién es más poderoso en el caos y todo aquello queda diluido por siempre, como si jamás hubiera existido.

Me gustan los juegos, pero de ése, el de los diablos que se muestran los dientes, me he retirado definitivamente.

Te invité decenas de veces a sentarte conmigo, a parar un poco y simplemente conversar y quizás,  tomar un poco de agua. Todas las veces me dijiste que estaba tratando de decirte qué hacer, que quién era yo para pedirte qué hacer o cuánto tomar o no. Me dejaste sin argumentos.

Seguramente pude haber sido más compasiva,  y creer en el J sobrio, o al menos en el 'Tú' de unos tragos antes, pero la verdad, hay cosas con las que no quiero lidiar. Perdóname si soy muy dura al juzgarte, pero siento que estamos en lados muy diferentes de la vida: yo creo en que si nos estamos conociendo, finge compostura, mientras te veo mejor y te descompones, pero al menos tengo cómo entenderte (o creo cómo), pero sobre todas las cosas, sé consciente de la mujer con la que estás, ya te he contado mis historias dolorosas y espero que me hayas escuchado, que me cuides de más tristezas de las que tu puedas hacer parte -no tiene que ser una promesa- al menos, trata. Yo muy probablemente no supe ignorar al J enrarecido y decirte con más cariño, con más dulzura, que ya, que ya estaba bien y que estaba todo bien.

Sé que me faltan muchas lecciones de la vida entre dos, pero ésas las quiero escoger yo, sin miedo.

Tuesday, December 3, 2019

Cinturones

De niña, fuí castigada con cinturones. Mucho. De eso venían mis padres.

Hoy me gusta que me castiguen. Sí y distinto, y que lo hagan mis amantes.
Hoy, de hecho siento una fascinación absoluta por las cuerdas de cuero que me puedan someter. De las formas que quieran, puedan, su naturaleza permita.

Pido a la hora del amor, siempre, todo lo que me gusta y pido amarre. Pido cinturones, específicamente. A ellos, algunos, les parece extraño y hasta fuera de contexto que una hembra feroz como yo, pida sometimiento.

¿Será qué tienen ideas raras sobre lo que es una hembra así y sobre lo que puede significar el sometimiento en algunas circunstancias? Estoy segura.

Tampoco quiero darle muchas vueltas a si es que tengo algún lío fundamental, sórdido y oscuro que me haga actuar así, de hecho siento que abordarlo así es mi manera de acercarme desafiando lo  aterrador y brutal. Así como lo hago, siento que lo convierto, que lo hago mío de la mano de mi placer.

Mis bellos hombres -a quienes acaricio contándoles esto- son abrumadoramente complacientes. Siento que los hombres con los que he estado buscan ser mis objetos de placer  y también, en ese intercambio, le dan la vuelta a la percepción popular, ciega y negativa de ser "eso". Y mientras escribo, justo ahora mismo hago una pausa para mí  -y pienso- que debe ser mi comprensión extraña de los lenguajes y las palabras... y la vida (jajajajaja), que ser objeto en este caso, es la RAZÓN misma del placer.

Vuelvo a las cuerdas. A los amarres. Y a mi vida en el placer de dos. Seguiré pensando que entre dos, en el placer de los dos, hay que jugar así, abierto, directo, amplio, duro y hondo.



Wednesday, November 6, 2019

Pecadora



Justo hace unos días, le decía a una de mis amadas mujeres, que estos años de no creerme el amor, me habían endurecido el corazón y me hacían portarme como una insolente que a pesar de llevar mucho reclamándole al amor por su ausencia, ahora que lo tenía en frente hablándome, lo desafiaba con silencio y escepticismo.

Me sigo castigando porque en mi vacilante amor, a muchos de los hombres de mi vida atormento y los corto como si todas sus faltas fueran gravísimas e imperdonables, y yo una vez más, me quedo atrapada entre el querer hundirme en ese corazón, amarlo entero y unas ganas inmensas de crucificarlos.

Yo, que le ruego al amor que me escuche y que me encuentre, me sigo haciendo un daño tremendo creyéndome pecadora irredimible, porque la forma en que he decidido abordar mi vida sexual me hace una suerte de condenada, una perdida, una mujer indigna de la dulzura, de la inocencia, de cualquier  asomo de ternura, porque el cariño no es para gente como yo, y que por eso no puedo amar y nadie me puede amar.

Para mí solo están reservados los condenados, los muertos, los cerdos, los vacuos.

En el fondo, desde mí libertad -de la que no me arrepiento pero que claramente no he acabado de entender- confieso, que me ha costado aterrizar estas dimensiones de la mujer que soy, porque verdad es que escarbando tanto en mi justa del placer y el cuerpo, me confundo y los confundo.


Y es que de este amor sí que he aprendido, he aprendido que soy caprichosa, necia, malcriada, que todos esos años de creerme condenada, no soy. Este es un amor que me reta con cariño, que se me pone de frente y me cuenta de lecciones con amor.

Pero, ¿Qué es una lección con amor de mi lado?


Thursday, July 19, 2018

Canciones para 'El Striptease'




¡VIVA EL STRIPTEASE!
Descubrimientos deliciosos para el disfrute de los dos. Ojo a esto que me he encontrado (y seguiré buscando) -porque qué horror- si uno se abandona a la merced de internet, se encuentra cosas que no son dignas de un buen 'collar de perlas'. (El orden es arbitrario. Y no. No las he probado todas)


Cream

'...Cream
Get on top
Cream
You will cop...'





I feel you

'You take me there
You take me where
The kingdom comes
You take me to
And lead me through Babylon...'




Love is strong
'... Your love is strong and you're so sweet
You make me hard, you make me weak...'




 

Bad Things
 '... don't know who you think you are
But before the night is through
I wanna do bad things with you...'



A girl like you 
You've made me acknowledge the devil in me
I hope to God I'm talkin' metaphorically
Hope that I'm talkin' allegorically
Know that I'm talkin' about the way I feel




Bad to the bone (yummy)


Bad to the bone
Bad to the bone
B-B-B-B-Bad to the bone
B-B-B-B-Bad
B-B-B-B-Bad
Bad to the bone







Tuesday, May 29, 2018

Lluvia


Él es placer. Y en el placer me pierdo, él me lo recuerda cada vez que lo siento cerca, que lo escucho, cuando lo acaricio, cuando me visita  con sus palabras y cuando me lame con sus ojos. No sé si una vez más, esté caminando por una senda prohibida para mí porque pensé que irme al extremo en donde el cuerpo sufre y le gusta, ya no era algo que sintiera que estuviera más en mí, de pronto porque me daba miedo de mí o de él llegar a lastimarnos con rabia. Pero con él, recorrer todo el placer, como es el placer con él, me encanta.

Él, ahora, también sabe lo extremadamente complaciente que soy con mi cuerpo y le pido que me encienda hasta la insensatez, de alguna manera porque percibo que él accede a mis peticiones mientras explora este descubrimiento que soy yo  y estoy segura que ésta será una vía que lo lleve a conocer sus propios extremos, y ya ha empezado a ponerse sus topes.

He visto que tengo esa capacidad de llevar a las personas al límite y a los chicos, mientras están en mí, empujarlos a lugares que jamás habían transitado. Y, cuando tengo un compañero que juega a lo mismo que yo bajo la dulzura, la dicha, y el amor, no reconozco más, qué rostro tiene el descontrol.

El otro día estábamos  'jugando seriamente' en la cama, y él que me incita al trance y rápidamente a encerrarme vencida en el disfrute de su cuerpo con el mío, me dio una bofetada. Yo a él, el día anterior, ya le había hecho lo mismo y otras cosas que duelen. Sin embargo segundos después de pegarme en la cara, y aún enredados y sin parar, me mira con extrema dulzura y me dice, no quiero volver a pegarte nunca más.

Le sonrío.

Es de noche. Llueve incesantemente, tomamos ron, nos besamos y le muestro unas medias para usar con liguero que había comprado esa tarde, me las pongo, voy a la habitación y vuelvo con un trajecito de encaje, me pide que me acerque, que me ponga de espaldas y me amarra las manos con una cinta de satín rojo.

Nada se rompe, nada duele, nada se rasga.








Tuesday, April 24, 2018

Ruleta Rusa



A quien yo llamo ''árabe" le gusta morderme y dejarme marcas, dice, que son un mensaje directo para él, quien parece creer, que ya soy suya.

He tenido suerte, no solo por haber conocido al árabe, que se ha colado fuerte y profundo en mi vida, si no porque no he tenido que mentir para evitarlo a él, mientras mis heridas sanan.

Él, sencillamente ha estado ausente.

Confieso  que esta vez -otra vez (yay)- no fui yo la agresora. Cierto es que no tenía ningún interés en nadie más que no fuera él, ni tan siquiera intenciones, pero es que a mí, sí que la falta de atención, de caricias y de amor, me llevan hasta dónde ellos estén.

Esa noche, una de mis amigas estaba sentada junto al árabe, y casi paso de largo, de no ser porque ella me detuvo y me lo presentó. No pensé nada, ni lo ví. A pesar de que hablamos los tres, permanecí ciega. El árabe no tenía nombre, ni cara, ni cuerpo. No existía.

Justo a ella, le hablé de aquél otro y celebró conmigo ése encuentro certero, dulce.
Yo ya no suelo hablar mucho de mis conquistas breves y fútiles, que son todas. Ya me aburrí de escucharme.

Corrieron las horas y el whisky y mientras me escurría entre desconocidos, y empezaba a bailar con unas jovencitas maravillosas, su mano apareció, tomó la mía y me sacó del corrillo de muchachitas.

Con asombrosa habilidad rodeó mi cintura, me puso contra la pared, pronunció algunas palabras que en mi estado de avanzado alicoramiento desde luego no entendí, pero sí le dije:

'Si te acercas más, te doy un puño.'
'O te muerdo.'

No me interesaba que un toqueteo atrevido y ebrio fuera a parar a los oídos de él, que entre otras, tenía muchas maneras de saberlo gracias al parche putamente endogámico que es Bogotá. Sin embargo el árabe solo me miraba la boca, me seguía hablando con sus ojos pegados a los míos, e interpretó mi sentencia, como una oportunidad de ponerme las manos encima.

Valiente.

Me dejé llevar a su cama. Ya dije de otra forma,  que la falta del otro cuerpo me ponía inquieta, y debo agregar, que no pretendía reemplazarlo, es que nunca sé que hacer con toda esta tromba de palabras y sentimientos que soy, cuando me ven y me quieren así, niña y bestia; o sea, cuando me ven a mí.

3 noches pasamos juntos. Y en una mañana mientras besaba mi espalda, me dijo 'Un día me gustaría llamarte 'amor'. '

Acá te digo, que yo también quisiera.













Monday, April 16, 2018

Apostar


Mi dolor más grande como mujer, es sentirme rechazada en el sexo. Y sé muy bien por qué me pasa. Inmediatamente me remite a los últimos días de la relación con mi ex-esposo y a la causa principal por la que se fue todo a la mierda.

Hay otra cosa, también me imagino los NO, porque estoy tan jodida con esa asociación, que les permito que entren cuando ni se asoman y que me destrocen por noches enteras. Entonces, como esa jugadora que soy, vuelvo a decidir apostar y una vez más estirar mi suerte a ver si ese alguien con el que esté, se aguanta que esta niñita meta en su cama a otros tipos, como excusa para sentir que casi cualquier otro imbécil me encuentra irresistible, que su incapacidad de comprenderme como ese animal sexual que soy, es lo que le impide estar conmigo y que desde luego, el problema, es él: por miedoso, por inmaduro, por idiota y por eso, no puede estar con una mujer como yo.

Sin duda, no soy tan mujer como yo pensaba.

Estando con alguien, he viajado a ver a mis amantes y desde luego, he mentido. La última vez fuí tan cruel que pienso que por fin algo en mí ha cambiado, y que estoy en el camino a la recuperación de este desahucio sentimental al que me he sometido. En los amores, el tiempo racional para mí no existe, no entiendo de años, entiendo de semanas que son eternidades y de noches-días. De manera que yo qué diablos me iba a imaginar que al amante maravilloso con el que fantaseo seguido y hace años, me iba a parecer un desabrido frente al modesto, tímido y otro moribundo del amor, que recién había conocido y que además, me hacía hablar de mis sentimientos hacia él, con tal serenidad y deliciosamente desprevenida, que hasta mi tono de voz, llegó a sorprenderme. Sin embargo, ese arraigado espíritu de arrogancia e inseguridad, me hizo apostar y aposté todo, otra vez.

Durante el viaje, el pobre amante estaba irremediablemente disminuido cuando le confesé, que de pronto, nuestros días juntos iban a ser muy diferentes y que durante las llamadas telefónicas, debía permanecer como una puta tumba. Su seguridad, su actitud de puedo con todo y a tí te agarro como quiera, donde quiera, se evaporó. Ya no sabía de qué hablarme, ni cómo tratarme, ni como dormir conmigo, ni cómo hacerme el amor, ni cómo nada, de todo tenía miedo. Recuerdo mirarlo y decirle: 'hermanito, te voy a acorralar sin piedad hasta que vuelvas a ser ese man, con el que teníamos un trato. Un trato de un fin de semana, de cuatro días, a miles de kilómetros de distancia.'

Sus ojos azulísimos, su cara preciosa, me desesperaba, me molestaban sus besos, sus caricias, que me preguntara cualquier cosa... y el sexo, desde luego ni borracha pude hacer nada.

Eso sí, fiel a la militancia sexual, traté. Fue trágico.

Fuí, volví y me dí cuenta que ahora no, el sexo así,  ese que me desprotege, que me vuelve una aplanadora.

Pero un no se asomó, un no que me imaginé y sigo tentada a apostar porque obviamente me sigue pesando la vida en el cuerpo.